Consideraciones clave para las mujeres con esquizofrenia

En este simposio presentado en el 35º Congreso de la ECNP en Viena, Austria realizado del 15 al 18 de octubre y titulado La esquizofrenia en la mujer, la Dra. Donatella Marazziti (Universidad de Pisa, Italia), la Dra. Heidi Taipale (Instituto Karolinska, Estocolmo, Suecia, Hospital Niuvanniemi, Kuopio, Finlandia), la Dra. Sofia Brissos (Centro Hospitalario Psiquiátrico de Lisboa, Lisboa, Portugal) y la Dra. Claudia Carmassi (Universidad de Pisa, Italia) presentaron varios estudios sobre este tema. Aunque en general las mujeres que viven con esquizofrenia tienen un inicio más tardío y poseen menos síntomas negativos, también tienen más probabilidades de ser mal diagnosticadas, presentan más comorbilidades físicas y experimentan más síntomas afectivos. Debido a las diferencias en la composición corporal y el metabolismo de los fármacos, la absorción, distribución, biodisponibilidad y actividad de los antipsicóticos pueden ser distintos en las mujeres que en los hombres. Sin embargo, en los ensayos clínicos, los resultados de los estudios pueden no analizarse en función del sexo. Un problema particular para las mujeres es el de los antipsicóticos que aumentan la prolactina, que se asocian a tasas más elevadas de cáncer de mama y fracturas de baja energía en las mujeres que toman estos fármacos.

 

Amplias diferencias en la esquizofrenia de mujeres y hombres

En comparación con los hombres, las mujeres que padecen esquizofrenia presentan, en general, menos síntomas negativos, un inicio más tardío, una menor mortalidad y buscan ayuda de mejor manera. Sin embargo, aunque todos estos aspectos son positivos, si se profundiza en ellos se observan desigualdades. Por ejemplo, aunque antes de la primera hospitalización por un trastorno del espectro esquizofrénico los hombres tienen más probabilidades de padecer un trastorno por consumo de sustancias,1 las mujeres que lo padecen tienen menos probabilidades de reducir el consumo de sustancias durante el primer año tras el tratamiento inicial de la psicosis.2

 

Aunque se afirma que las mujeres que viven con esquizofrenia tienen una mejor evolución de la enfermedad que los hombres, los estudios a largo plazo han revelado que las tasas de recuperación son similares3 al igual que los resultados funcionales4 y la hospitalización por motivos psiquiátricos en la década posterior al diagnóstico.5 Además, después de los 40 años, las mujeres tienen más probabilidades de recaer que los hombres.1

 

Otros aspectos negativos son que las mujeres son mal diagnosticadas con más frecuencia y experimentan mayores retrasos en recibir atención, tienen más probabilidades de presentar síntomas afectivos, comorbilidades físicas y trastornos de la personalidad y desarrollan con más frecuencia obesidad relacionada con el tratamiento, síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares, eventos adversos provocados por el sistema endócrino y discinesia tardía. En las mujeres también hay que considerar los efectos del ciclo menstrual, el embarazo, la anticoncepción y los cambios endócrinos relacionados con la edad.6


 

Diferencias importantes en el tratamiento antipsicótico de las mujeres con esquizofrenia

En general, las mujeres están subrepresentadas en los ensayos clínicos, especialmente las mayores de 45 años, y los resultados de los estudios rara vez se analizan en función del sexo.7 Esto es importante, ya que las mujeres se diferencian de los hombres respecto al metabolismo, la absorción y la excreción de los fármacos; la distribución de los fármacos en el cerebro y el resto del cuerpo; y la biodisponibilidad, sensibilidad y actividad del lugar objetivo (por ejemplo, el receptor de dopamina). También aumenta la tasa de eventos adversos.8 Esto puede deberse a diferencias en la composición corporal; por ejemplo, las mujeres en general tienen órganos más pequeños, menos tejido muscular y más tejido adiposo, lo que puede afectar al volumen de distribución del fármaco.9

 

Una cuestión particular del tratamiento de la esquizofrenia importante para la salud de la mujer es que algunos antipsicóticos pueden aumentar los niveles de prolactina, ya que el bloqueo del receptor D2 de la dopamina puede disminuir la inhibición tónica de la secreción de prolactina por parte de la dopamina. Los síntomas de la hiperprolactinemia incluyen disminución de la libido, infertilidad, oligomenorrea, hipogonadismo y amenorrea. Los aumentos de prolactina en respuesta a los antipsicóticos son mayores en las mujeres, especialmente en las premenopáusicas.10

 

En un estudio que incluyó a 30,785 mujeres en Finlandia diagnosticadas de esquizofrenia entre 1972 y 2014, de las cuales 1,069 mujeres fueron diagnosticadas de cáncer de mama invasivo entre el año 2000 y el año 2017, el cociente de probabilidades de desarrollar cáncer de mama fue de 1.56 en mujeres que tomaban un antipsicótico que aumentaba la prolactina durante más de 5 años en comparación con las que tomaban un antipsicótico que no aumentaba la prolactina. Las dosis diarias más altas también se asociaron con el desarrollo de cáncer de mama (con un cociente de probabilidades que oscilaba entre 1.33 y 1.39).11 Estos resultados se han reproducido en una cohorte de Estados Unidos.12 A esto, el Dr. Taipale declaró: “Esto apunta a la necesidad de considerar el uso de antipsicóticos sin propiedades de aumento de prolactina siempre que sea posible y recomendar el tamizaje del cáncer para todas las mujeres que viven con esquizofrenia.”

 

El aumento de prolactina también se asocia a una disminución de la densidad mineral ósea.13 Los trabajos presentados durante el simposio descubrieron que una mayor duración (mayor a 4 años) y un aumento de la dosis diaria de antipsicóticos que aumentan la prolactina se asociaban a fracturas de baja energía. Estas fueron similares tanto para mujeres como para hombres.



 

Los puntos destacados del simposio por nuestro corresponsal pretenden ser una representación fiel del contenido científico presentado. Los puntos de vista y opiniones expresados en esta página no reflejan necesariamente los de Lundbeck.

 

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Referencias

 

  1. Sommer IE, et al. NPJ Schizophr. 2020; 6: 12.
  2. Lange EH, et al. Compr Psychiatry. 2014; 55: 274-282.
  3. Brand BA, et al. Lancet Psychiatry. 2022; 9: 330-336.
  4. Ayesa-Arriola R, et al. NPJ Schizophr. 2020; 6 :33.
  5. Jääskeläinen E, et al. Schizophr Bull. 2013; 39: 1296-1306.
  6. Mazza M, et al. J Pers Med. 2021;11 (12).
  7. Feuerstein IM, et al. J Womens Health (Larchmt). 2018; 27: 1195-1203.
  8. Brand BA, et al. Psychol Med. 2021; 52: 1-15.
  9. Seeman MV. Am J Psychiatry. 2004; 161: 1324-1333.
  10. Peuskens J, et al. CNS Drugs. 2014; 28: 421-453.
  11. Taipale H, et al. Lancet Psychiatry. 2021; 8: 883-891.
  12. Rahman T, et al. J Clin Psychopharmacol. 2022; 42: 7-16.
  13. Tseng PT, et al. 2015; 94: e1967.